1. Comprar los muebles primero

Fuiste a la tienda y encontraste un sillón divino con un descuento del 50% ¡y no pudiste resistir la tentación! Pero cuando llegaste a casa te diste cuenta que, aunque es hermoso, no combina con todo lo demás. O, peor aún, ¡ni siquiera entra en la habitación! Para evitar este problema, lo mejor es hacer un croquis de la habitación y dibujar dónde nos gustaría que fueran los muebles, y luego medir el espacio para saber de qué tamaño tienen que ser.

2. Olvidarte del punto focal

Según los diseñadores, hay tres tipos de puntos focales: naturales (como una gran ventana), fijos (como una chimenea) y los que tú tienes que crear porque no hay ninguno de los anteriores. Y de lo que se trata aquí es escoger una pieza que sea central a la decoración, como un gran cuadro, una escultura, una mesa con una lámpara de diseño.

3. No dejar suficiente espacio

Con casas y apartamentos cada vez más pequeños, cuando llega el momento de acomodar los muebles tenemos que cuidarnos de dejar suficiente espacio para moverse y limpiar entre ellos. Así que en este aspecto, menos es más.

4. No considerar la funcionalidad

Por supuesto que a todas nos encantan los muebles de diseño, esos que hacen que una casa parezca salida de una revista de decoración de interiores. Pero no debemos olvidar que nuestra casa no es un estudio de fotografía, sino un lugar donde vivimos personas reales con necesidades reales de confort. Así que, antes de comprar cualquier mueble, ¡pruébalo! Recuerda que es probable que vayas a usarlo durante muchos años, y en el día a día te darás cuenta que es mucho más confortable tener un mueble práctico que uno de estilo.